Por ejemplo, con gran esfuerzo has enseñado alguna conducta deseable al niño por medio de varios refuerzos explícitos. Ahora envías al niño a casa (o al colegio, según como sea el caso) y no recibe ningún refuerzo explícito. La conducta que tan cuidadosamente has producido está «en vías de extinción»; desaparecerá porque ya no está siendo premiada. Trabajar para suprimir una rabieta es un buen ejemplo de extinción. El niño puede gritar y patalear, pero tú sigues con tus cosas como si la conducta no se diera. La rabieta desaparecerá casi seguro. La extinción, por tanto, es poderosa, aunque exige tiempo y esfuerzo para poder eliminar una conducta. La extinción se describe más a fondo en el próximo capítulo.
Intenta primero los castigos no fisicos. Es decir, intenta primero la extinción (sin prestar atención alguna a la conducta). Después intenta el aislamiento (aísla al niño cuando se produzca la conducta indeseable), la hipercorrección y otros tipos de estímulos aversivos no físicos. Pon un cuidado especial en no recompensar involuntariamente al niño con actitudes como la compasión, la conmiseración, o liberándolo de alguna tarea. Los niños no nacen con conductas problemáticas; las adquieren. El niño de los riñones dañados, del ejemplo anterior, había sido cuidadosa e involuntariamente moldeado, por personas poco informadas, pero bien intencionadas, a hacerse daño a sí mismo, acabando finalmente con una lesión de riñones y un peligro de muerte. Estos problemas se describen con más detalle en capítulos posteriores.

El cambio depende de muchos factores, que varían tanto de un niño a otro que no pueden formularse reglas definitivas que nos permitan saber cuándo podemos esperar cambios. En general, los castigos físicos deberían funcionar mucho más rápidamente que la extinción o el aislamiento, y se deben notar sustanciales disminuciones en la conducta durante la primera hora de su aplicación. Si la conducta es sometida a extinción, puede que aumente durante la primera hora, incluso a lo largo del primer día, y después disminuya lentamente durante los días próximos. En ocasiones una conducta desaparece casi totalmente después de una semana; otras veces puede tardar un mes entero en hacerse manejable.
La extinción directa constituye el procedimiento más eficaz y menos complicado para eliminar conductas perturbadoras. Debes comportarte como si no ocurriera nada. No prestes absolutamente ninguna atención al niño cuando se porte mal, y deja claro que su conducta no tiene ningún efecto sobre ti. Es decir, no lo mires involuntariamente cuando se altere, y no pospongas tus órdenes por sus interrupciones. El niño abandonará la conducta perturbadora cuando se dé cuenta de que no le compensa portarse asi.
A veces a los niños se les da muy bien saber cuándo y cómo tocar tu fibra sensible.
Tus gestos de desagrado, tus vacilaciones, el que pospongas un intento o te sonrojes puede ser suficiente para que el niño mantenga la rabieta.
No obstante, la extinción directa sólo puede llevarse a cabo con conductas levemente problemáticas. Es imposible hacer caso omiso a un niño cuando te muerde o rompe los muebles. Quizá sea necesario usar castigos y aislamiento para eliminar rabietas de esta magnitud, pero es importante recordar que debes volver a la extinción directa cuando se haya reducido la rabieta.
(Fco. Javier Garza Fernández papá de Javiercito, autista severo)
.
1 comentarios:
No se si te habrás percatado de que aquí no tratamos con rabietas "propias de la edad"...
pero tendré en cuenta tus blogs,
gracias.
Publicar un comentario
Tus comentarios son muy importantes. Nos permiten aprender a los demás e incluso pueden ayudarme a actualizar la información de la entrada. Muchas gracias por tu paso por aquí.