Ya han pasado diez años desde el fallecimiento de Ángel Rivière, desde que aquella primavera un derrame cerebral le produjera una prematura muerte con apenas 50 años. Este hecho produjo una gran desolación en el mundo universitario, en los profesionales del campo del autismo y entre las familias afectadas por ese síndrome, entre las que se encotraba, y se encuentra, la mía.
Yo coincidí con él en dos ocasiones, la primera en la Asociación APNA de Madrid en julio del año 93 para una revisión de mi hijo Juan Luis, que había sido diagnósticado de autismo unos meses antes por Juan Martos , en aquella consulta pudimos comprobar su gran sensibilidad y amor hacia su trabajo. La siguiente ocasión fue en diciembre del 95 en unas Jornadas sobre Autismo y Trastornos Profundos del Desarrollo en Granada, donde nos regaló unas magníficas intervenciones y me trasmitió sentimientos de esperanza.
No obstante, su muerte me produjo un sentimiento de orfandad, de desamparo y preocupación, nos habíamos quedado sin el líder, sin timón para seguir navegando en el difícil mundo del autismo. Su frutífero trabajo en investigación, en formación de profesionales, conferencias, publicaciones, su promoción y estimulo al asociacionismo, su comprensión de las familias con hijos con autismo, el desarrollo de diferentes instrumentos de evaluación .... se veía interrumpido inesperada e incompresiblemente, quedando el futuro de las personas con autismo en cierto modo comprometido.
Después de diez años y gracias a su enorme capacidad de trabajo y a la ingente obra que nos dejó, su trabajo ha sido continuado por múltiples profesionales formados por él. No sabemos a ciencia cierta lo que nos hubiera aportado de seguir entre nosotros, pero hoy por hoy solo podemos agradecerle el gran legado que dejó en pro de las personas con autismo y de sus familias.
Como mi conocimiento sobre él es escaso y mis capacidad de comunicación también voy a dejar a continuación algunas frases y pensamientos de otras personas mas cercanas a él, extraidas de Cuadernos de Pedagogía:
"Cuando se muere un amigo que es además un interlocutor con el que has estado conversando durante tantos años, incluso cuando no se encontraba presente -al pensar, "Esto lo tengo que comentar con Ángel", y considerando lo que él te diría-, te queda una sensación de orfandad, de orfandad intelectual y afectiva". (Juan Deval).
"Para los profesionales de la educación, y especialmente para quienes desempeñan un trabajo en el ámbito de la atención a alumnos con necesidades especiales, la figura y la obra de Ángel Rivière están -y lo estarán siempre- inextricablemente unidas al estudio de las funciones del lenguaje y la comunicación". (Mercedes Belinchón y Jose Manuel Igoa).
"Las personas con autismo han encontrado en Rivière a la persona que, desde el lado del desarrollo humano normal, mejor ha sabido tenderles algunos travesaños del puente por el que podrán caminar hacia su mejora definitiva". (Juan Martos Pérez).
"Ángel Rivière ha dejado una huella profunda en el quehacer psicológico de habla española, tanto en el ámbito profesional como el académico; una huella que sin duda seguirá dando sus frutos en el futuro, porque es mucho y bueno lo que sembró". (Mario Carretero).
"Quizás, a fin de cuentas, la verdadera pasión de Ángel no fuera el conocimiento, sino el conocer. Tengo la sospecha de que esto era lo que realmente le apasionaba: la búsqueda incesante de nuevas maneras de pensar y de hacer. Tal vez por eso trabajar con él siempre me resultó una experiencia desafiante, compleja y sumamente enriquecedora a la vez". (César Coll).
2 comentarios:
Una lástima, un hombre que además de ser médico era pedagogo, entiendo la orfandad.
Besitos a Julen :)
Fue mi profesor y la verdad es que era impresionante. Uno de los pocos profesores que llenaba las clases hasta las ventanas y que realmente disfrutaba transmitiendo sus conocimientos. Una verdadera pena.
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