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La incapacidad de los niños autistas para desarrollar habilidades sociales normales es la característica mas reconocible del autismo.
Los niños autistas no interactúan con los demás en la misma forma en que lo hacen la mayor parte de los otros niños, o bien simplemente no interactúan en absoluto, prefieren estar solos la mayor parte del tiempo. Viven una vida de aislamiento extremo. Se les dificulta enormemente comprender y expresar las emociones y dan cuando así llega a suceder, muy pocas señales de apego.

El niño autista puede dar la impresión de no interesarse en absoluto por las demás personas. Es posible que evite el contacto visual o que parezca mirar a los otros, como si no existieran. Los gestos sociales de los demás pueden carecer de significado para el. Además puede no querer jugar con los demás y limitarse a utilizarlos mecánicamente, a modo de “medios para un fin”.

La mayoría de los niños autistas poseen habilidades sociales extremadamente limitadas y parecen vivir en un mundo de su exclusividad, separado del de los demás e impenetrable para quienes permanecen excluidos de el. La falta de habilidad para relacionarse con el mundo de las personas es, a menudo, el indicio mas inequívoco de autismo.

En la mayor parte de los casos, la conducta social de un niño autista empieza a mejorar alrededor de los cuatro años de edad. Es posible que en un niño persistan las conductas de autoestimulacion y de autoagresión, pero también es posible que comience a mostrar cierto afecto hacia los miembros de su familia. Además, aun cuando los cambios en la rutina sigan provocándole bastantes malestar, la frecuencia y la intensidad de sus rabietas puede disminuir.

¿Qué es lo que sucede con otras áreas problemáticas del desarrollo social, como son la agresión, las rabietas y las autoagresiones? ¿Se modifican estas conductas con la edad? Sólo sabemos que la conducta hiperactiva y la autoestimulación tienden a declinar a medida que el niño crece, pero no están seguro que suceda lo mismo con las autoagresiones o con la agresión. Lo más probable es que esas conductas no disminuyan.

No resulta tan fácil influir en el desarrollo social de un niño autista, como lo es influir en el desarrollo de su lenguaje. Una de las medidas más practicas que pueden adoptarse es asegurarse de que en niño tenga acceso a un amplio repertorio de experiencias sociales.

El contacto social debe de ser breve, de modo que el niño no encuentre la experiencia demasiado displacentera, pero no ceda al deseo del niño de permanecer solo. La experiencia de aprender a convivir con los demás necesita rebasar el ámbito de la escuela y proyectarse al mundo exterior.

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