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Desarrollo del lenguaje

Maite
Quizá los primeros síntomas de autismo que usted percibió en su hijo fue su dificultad para comenzar a hablar, los estudios acerca de los niños autistas indican que en estos últimos el desarrollo del lenguaje puede presentar anormalidades desde los dos meses de edad. Los bebés autistas no balbucean en absoluto, emiten sonidos muy poco variados etc.

El retardo en el desarrollo del lenguaje aparece por lo común a los 12 meses de edad, los bebés autistas no habrán aprendido aún ninguna palabra y tampoco habrá forma de inducirlos a imitar los ruidos sin sentido que hacen sus padres. A los dos años de edad, el niño autista puede perder las pocas palabras que había adquirido.

Entre los cuatro y cinco años de edad, el niño autista por fin empieza a progresar en el desarrollo del lenguaje.

Es posible que aprenda algunas palabras de memoria, aunque su habilidad para servirse de ellas con fines comunicativos quizá sea muy limitada. A los cuatro años de edad, más de la mitad de los niños autistas aún carecen de lenguaje funcional. Al paso del tiempo todo los niños autistas consiguen realizar avances en el desarrollo de su lenguaje.
Existen varias formas de ayudar al niño autista para que desarrolle al máximo sus habilidades para el lenguaje, independientemente del grado de severidad de “su” autismo.

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Temple Gradinuna, Asperger.
Soy una mujer de 44 años, autista... La intervención temprana a la edad de 2 años y medio me ayudó a superar mi impedimento.

No poder hablar era una frustración total. Si los adultos me hablaban directamente yo podía entender todo lo que ellos decían, pero no podía hacer que mis palabras salieran. Era como un gran tartamudeo. Si yo era sometida a una situación de ligera tensión, a veces las palabras superaban la barrera y salían. Mi terapeuta de lenguaje supo introducirse en mi mundo. Ella me sostenía por el mentón y me hacía mirar sus ojos y decía “pelota”. A los 3 años, “pelota” (ball) salió como “bah,” dicho con gran tensión. Si la terapeuta me empujaba demasiado duro yo tenía una rabieta, y si ella no presionaba lo bastante no se lograba ningún progreso. Mi madre y maestros querían saber porqué gritaba. Chillar era la única manera en que podía comunicarme. A menudo yo pensaría lógicamente, “voy a gritar ahora porque quiero decirle a alguien que no quiero hacer algo.”

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